sábado, 30 de marzo de 2013

El gran remate de libros 2013

Unas cuantas monedas por aquí un billete olvidado en unos jeans, mi tarjeta del metro ¡listo!. Al subir al ecológico, una bella aparición, la duda momentánea de sentarme a su lado o en el asiento de enfrente. Patético y sonriente, elijo la primera opción. Un viaje de una hora en silencio, mientras ella cubría las mínimas imperfecciones de su rostro con maquillaje. El recorrido termina, llegamos al paradero, fríamente me levanto para alejarme. Paso la tarjeta por la terminal electrónica del torniquete. El vagón tarda un par de minutos en aparecer. ¡Que bueno que es día de asueto! ¡Por fin podre viajar sentado, sin remordimientos por falta de civilidad de no ceder asiento a mujeres o ancianos! Bajo en la primera estación para transbordar, hoy volvieron a abrir el atajo para no dar toda la vuelta en los pasillos de Pino Suárez. Once estaciones, un nuevo recorrido. Ahora transbordo en Tacuba, un largo caminar entre pasillos y escaleras, una escultura me perturba, inmediatamente la relaciono con los cuerpos de los hombres ofrenda de la derrocada Tenochtitlan. Otras escaleras más, pienso - ¿Aquí fue donde se grabó la película de Schwarzenegger (Posteriormente descubrí que no)? ¡hmm! ¿Aquí es donde se cayó mi tía Tere? Debo tener cuidado- Bajo el último escalón. La luz roja y tenue del anden es perturbadora, el vagón tarda mucho. Tomo mi asiento, una extraña sensación de claustrofobia me invade, los nervios me traicionan, mis sentidos se agudizan, me siento como un cosmonauta, siento por un momento que Gagarin está a mi lado ¡Necesito un cigarro!.

Al salir, encuentro un puesto de dulces, compro un camell, pido indicaciones para ir al Auditorio Nacional, ¡que tarado! esta atras de mi. Al llegar veo más escalones, dudo unos momentos en subir otra vez escaleras, en lo que veo las placas conmemorativas apostadas en la calle principal. Decido a subir, me siento como el gran Clint Eastwood en "Por un puñado de dolares" mientras desafiante llegó a la cima con dirección al basurero para tirar la colilla. Me formo en la rápida fila de ingreso. Un monton de gente por todos lados, aguanto los primeros empujones y pisadas. Mi primer encuentro, un libro de conversaciones con Tariqu Ali sobre el imperialismo capitalista de Estados Unidos -Creo que esta feria es izquierdista- pensé. Libros y libros sobre Estados Unidos, comunismo, el Che Guevara, después preguntare los precios, por el momento, solo busco libros de Alemania. Encuentro un libro sobre el otoño alemán, escrito por un suizo, sigo buscando. Prefiero algo sobre Roma, a lo cual veo un libro de historia del imperio romano de tres tomos pero cada tomo en un precio superior a todo presupuesto -¿No que iban a estar a 10 pesos los libros?- pienso otra vez. Fracasando en mis deseos de algo alemán o romano, decido algo de política mexicana. Conjuras Presidenciales, me lo llevo. Sigo buscando, los libros de Carlos Fuentes y Jaime Sabines están fuera de mi alcance, llego al stand de la UNAM. Culturas prehispánicas  arte, derecho, no lo creo. ¡¿Qué es eso?! Sátiras de Persio, Guerra Civil de Julio César, los compro. Llego al stand de arte, decido llevarme el libro fotográfico de La Segunda Guerra Mundial, aunque el vendedor era un pesado.

Después de un momento de ansiedad, me compro un libro de fútbol, el vendedor me aseguro que era un libro "bueno". Veo en una breve exposición, unas cuantas fotos de personajes famosos del deporte, la literatura y la moda, Warhol y Brooke Shields me llaman la atención. Siento que es momento de partir. A la salida me doy cuenta que me faltó mucho por recorrer, pero ya no importa, yo lo que quiero es otro cigarro antes de regresar a casa. 

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