viernes, 1 de marzo de 2013

Así habló Nietzsche

Uno de los mayores libros solo podía ser escrito por Federico Guillermo Nietzsche fue su "anti-biblia"-catalogada así por sus adeptos seguidores y críticos- fue el libro Así hablaba Zaratustra, en el cual resume sus vastos trabajos de reflexión filosófica sobre el cristianismo, caracterizada en la figura del creador de la primera religión o al menos uno de los primeros fundadores en la época mágica, mística, religiosa de la humanidad: El profeta Zoroastro, de la cultura Persa.


Según el libro escrito por el filosofo prusiano, Zaratustra es un profeta de más de 30 años de edad que regresa a la ciudad que lo vio crecer para regalarle sus conocimientos con todo su amor a la humanidad misma, desea compartir con ellos sus virtudes, para que el mundo fuera un mejor lugar, las cuales gano por años de retiro en su caverna, donde solo lo acompañaba el sol, su víbora y su águila.

Sin embargo, al entrar a la ciudad se lleva una terrible sorpresa al darse cuenta que la humanidad se encuentra sumida en un terrible estancamiento, los valores sobre los que la sociedad se basa ya han caducado, pero nadie parece advertirlo ni le importa un bledo, todos se burlan de Zaratustra cuando éste habla de crear nuevas tablas y la muerte sorpresiva de un saltimbanqui, provoca un hastío enorme en el profeta, el que ahora en vez de regalarle a la humanidad su amor, les dará nuevas tablas, un nuevo sendero  a donde dirigir a la humanidad, una búsqueda interminable del retorno perenne, el Super Hombre (übermensch en alemán)

Zaratustra acusa al cristianismo de tener en un rezago de valores a la humanidad, se jacta de que Dios ha muerto, lo proclama como la base para que el hombre pase de un ser ordinario, a un ser superior, un grupo de humanos lejos de todo valor cristiano, creadores de nuevas tablas que los hagan seres creadores en vez de seres atávicos.

El libro es un resumen de toda su filosofía, su idea por la que es famoso el filosofo prusiano es aquella proclamando a Dios muerto, por lo cual los valores de su "secta" están podridos, como el cuerpo mismo de su divinidad fenecida, siendo necesario crear nuevas tablas más ajustadas a la realidad actual. Hay muchos aforismos que son desarrollados ya de manera más completa en este libro, como su idea de la soledad, como el capitulo denominado "Del árbol a las faldas de la montaña" que transcribo para su deleite:
El ojo de Zaratustra había visto que un joven lo evitaba. Y cuando una tarde caminaba solo por los montes que rodean la ciudad llamada «La Vaca Multicolor»: he aquí que encontró en su camino a aquel joven, sentado junto a un árbol en el que se apoyaba y mirando al valle con mirada cansada. Zaratustra agarró el árbol junto al cual estaba sentado el joven y dijo:
Si yo quisiera sacudir este árbol con mis manos, no podría. Pero el viento, que nosotros no vemos, lo maltrata y lo dobla hacia donde quiere. Manos invisibles son las que peor nos doblan y maltratan.
Entonces el joven se levantó consternado y dijo: «Oigo a Zaratustra, y en él estaba precisamente pensando.» Zaratustra replicó:
«¿Y por eso te has asustado? - Al hombre le ocurre lo mismo que al árbol.
Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, - hacia el mal.»
«¡Sí, hacia el mal!, exclamó el joven. ¿Cómo es posible que tú hayas descubierto mi alma?»
Zaratustra sonrió y dijo: «A ciertas almas no se las descubrirá nunca a no ser que antes se las invente».
«¡Sí, hacia el mall, volvió a exclamar el joven.Tú has dicho la verdad, Zaratustra. Desde que quiero elevarme hacia la altura ya no tengo confianza en mí mismo, y ya nadie tiene confianza en mí, - ¿cómo ocurrió esto?
Me transformo demasiado rápidamente: mi hoy refuta a mi ayer. A menudo salto los escalones cuando subo, - esto no me lo perdona ningún escalón.
Cuando estoy arriba, siempre me encuentro solo. Nadie habla conmigo, el frío de la soledad me hace estremecer. ¿Qué es lo que quiero yo en la altura?
Mi desprecio y mi anhelo crecen juntos; cuanto más alto subo, tanto más desprecio al que sube. ¿Qué es lo que quiere éste en la altura?
¡Cómo me avergüenzo de mi subir y tropezar! ¡Cómo me burlo de mi violento jadear! ¡Cómo odio al que vuela! ¡Qué cansado estoy en la altura!»
Aquí el joven calló. Y Zaratustra miró detenidamente el árbol junto al que se hallaban y dijo:
«Este árbol se encuentra solitario aquí en la montaña; ha crecido muy por encima del hombre y del animal.
Y si quisiera hablar, no tendría a nadie que lo comprendiese: tan alto ha crecido.
Ahora él aguarda y aguarda, - ¿a qué aguarda, pues? Habita demasiado cerca del asiento de las nubes: ¿acaso aguarda el primer rayo?».
Cuando Zaratustra hubo dicho esto el joven exclamó con ademanes violentos: «Sí, Zaratustra, tú dices verdad. Cuando yo quería ascender a la altura, anhelaba mi caída, ¡y tú eres el rayo que yo aguardaba! Mira, ¿qué soy yo desde que tú nos has aparecido? ¡La envidia de ti es lo que me ha destruido!» - Así dijo el joven, y lloró amargamente.
Mas Zaratustra lo rodeó con su brazo y se lo llevó consigo. Y cuando habían caminado un rato juntos, Zaratustra comenzó a hablar así:
Mi corazón está desgarrado. Aún mejor que tus palabras es tu ojo el que me dice todo el peligro que corres.
Todavía no eres libre, todavía buscas la libertad. Tu búsqueda te ha vuelto insomne y te ha desvelado demasiado. Quieres subir a la altura libre, tu alma tiene sed de estrellas. Pero también tus malos instintos tienen sed de libertad.
Tus perros salvajes quieren libertad; ladran de placer en su cueva cuando tu espíritu se propone abrir todas las prisiones.
Para mí eres todavía un prisionero que se imagina la libertad: ay, el alma de tales prisioneros se torna inteligente, pero también astuta y mala.
El liberado del espíritu tiene que purificarse todavía. Muchos restos de cárcel y de moho quedan aún en él: su ojo tiene que volverse todavía puro.
Sí, yo conozco tu peligro. Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes de ti tu amor y tu esperanza!
Todavía te sientes noble, y noble te sienten todavía también los otros, que te detestan y te lanzan miradas malvadas. Sabe que un noble les es a todos un obstáculo en su camino.
También a los buenos un noble les es un obstáculo en su camino: y aunque lo llamen bueno, con ello lo que quieren es apartarlo a un lado.
El noble quiere crear cosas nuevas y una nueva virtud. El bueno quiere las cosas viejas, y que se conserven.
Pero el peligro del noble no es volverse bueno, sino insolente, burlón, destructor.
Ay, yo he conocido nobles que perdieron su más alta esperanza. Y desde entonces calumniaron todas las esperanzas elevadas.
Desde entonces han vivido insolentemente en medio de breves placeres, y apenas se trazaron metas de más de un día.
“El espíritu es también voluptuosidad” - así dijeron. Y entonces se le quebraron las alas a su espíritu: éste se arrastra ahora de un sitio para otro y mancha todo lo que roe.
En otro tiempo pensaron convertirse en héroes: ahora son libertinos. Pesadumbre y horror es para ellos el héroe.
Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!.
Así habló Zaratustra.
 Como lo señale antes, este libro se vuelve uno de los más preciados en la colección del filosofo de prusiano que muestra el amor a la vida que tenía Nietzsche, la voluntad del poder como su regalo último para la humanidad y la propuesta de un eterno decir Si a todo lo bueno y malo que tiene esta realidad, ya que solo así, a través de la voluntad del poder, se puede vivir plenamente.






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